Llegue un día gris, que anunciaba tormenta. Y mientras andábamos
por un camino de tierra rodeado de hiervas altas, el guía nos explicaba que las
cataratas tienen dos lados marcados, diferenciados. El lado brasileño donde
eres el espectador donde ves todo el paisaje de las cataratas y el argentino
donde tu eres el actor.
Así que aun recuerdo andar, por las pasarelas, e ir escuchando
el ruido creciente del agua al desplomarse.
Y ahora, vuelvo a ser el actor, pero no me se el papel. Y no
entiendo, la mitad de los ruidos que oigo. Ruidos que no hago yo, ruidos de
aguas que vuelven a caer, por su propio peso de no entender.
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