La sonrisa tonta en la cara y los efluvios del alcohol de la noche, no le ayudaban nada a encontrar la bici. Ahí estaba el en medio de ese caos de bicis y candados a las 7 de la mañana, y en lo único que se podía centrar era en esa sonrisa.
No entendía como paso, no sabía como no se fijo antes en ella. Justo en ese momento de la noche, en el que las personas luchan con el sueño, fue en ese momento cuando el miro al infinito y sus ojos se cruzaron con esa sonrisa. Y sin saber como sus piernas se acercaron a ella, hablaron, bebieron...
En ese caos de pensamientos de la noche de las conversaciones, de los silencios, de las risas, cuando se choco con su bici. Así sin mas, se subió a la bici y pedaleando y pensando se fue a su casa... y con esa sonrisa tonta en su cara.
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